Al nacer unas mellizas, tuvieron que ponerlas en distintas incubadoras, pero una de ellas no tenía esperanza de vida y a la jefa de las enfermeras del hospital se le ocurrió que podrían estar juntas. Luchó contra las reglas hospitalarias y finalmente consiguió su objetivo.
Al ponerlas juntas, la melliza que estaba bien abrazó a su hermana regulando su temperatura y pulso con el calor de su cuerpo, logrando así estabilizar su ritmo cardiaco.
A ese gesto se le llamó, entonces, "El abrazo salvador".
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